miércoles, 16 de abril de 2008

Guerrilla radio

Antes de que me olvide, lo que últimamente me ocurre con frecuencia, ayer utilicé el título de la canción de Green Day porque cuando uno se encuentra con esa falta de tiempo para hacer todo lo que le gustaría, parece que, al menos a mí, le entra la modorra y se plantea la posibilidad de echarse a dormir un par de meses y despertarse descansado y lleno de fuerzas cuando la ola de tareas haya pasado. Cuando uno se siente surfeando un tsunami tiene la tentación de dejar la tabla, buscar un refugio seguro y quedarse quietecito hasta que el peligro haya pasado.

Hoy, con los mismos problemas de tiempo y hasta algún compromiso incumplido, no sólo conmigo mismo, sino tamibién con otros, titulo con la canción de Rage Against the Machine. No poque crea que podemos comenzar la batalla de Los Ángeles, ni plantear una revolución política o social.

Con la edad, o tal vez por estar en esa edad en la que uno debe optar entre adaptarse a un mundo que sólo piadosamente podemos llamar "imperfecto", mantenerse como un bicho raro con una extraña inadaptación social tolerable o coger los pinceles y los óleos y pegar el salto a alguna isla vírgen, si es que queda alguna en el mundo, como Gauguin, uno se va dando cuenta (o se va desencantando) de que las masas están esencialmente en las fábricas de pan, y que "la diferencia está en la masa" es un buen eslogan para una cadena de franquicias de pizzas. Pero las revoluciones ni las harán ni las han hecho nunca las Masas.

Malaparte, en su "técnica del golpe de Estado" analizaba la táctica novedosa de la revolución bolchevique y descubría lo que el mito encubre: la revolución la hicieron unas escasas decenas de personas bien instruidas y con los objetivos operatios perfectamente diseñados. El pobre Einsenstein tuvo que rodar una película que reflejara una historia oficial,lo que le dió por cierto la oportunidad artística de rodar esas magníficas imágenes de masas en movimiento perfectamente coordinado. Evtuchenko recreó el mito en aquel emotivo poema de la maestra que deja a un lado la cartilla de palau (es un decir) para enseñar a leer a los soldados con la frase "Nosotros no somos esclavos". Claro que si uno lee "la guadia blanca" de Bulgakov, percibe una imagen diferente. O si lee a Maiakovski, cuya coherencia artística terminó en una carta de despedida y un suicidio que no pueden desligarse de su literatura.

Terrible visión profética la de Maiakovski en "la chinche". No podía imaginar hasta qué punto reflejaba la realidad futura de sociedades ajenas a la soviética. No creo que pensase jamás que esa preparación de las asambleas, de las sesiones de los soviets, con la revisión de las máquinas de votar dispuestas a levantar la mano del asentimiento al pulsar el lider el botón correspondiente, se pudiera parecer tanto a estas democracias de partidos, en las que los diputados giran la llave y votan conforme a las instrucciones recibidas del lider o del portavoz del grupo.

El lunes me contuve y no introduje la esperable entrada sobre el 14 de abril. No estaba de ánimo o no me pareció el momento, ni me pareció, en ese momento, importante.

Hoy, mi Guerrilla Radio emite el mensaje: Da lo mismo tener un rey que hereda su cargo por un supuesto derecho de sangre que un partitócrata designado como candidato por los "barones", por los poderes fácticos que operan dentro de los diferentes partidos. Antes de preguntarme si quiero monarquía o república, ¡por favor, denme una democracia realmente participativa en la que el ciudadano sea realmente ciudadano!

Pero, como digo, estoy en esa edad del desengaño, y he llegado a la conclusión de que los gobiernos, los partidos, los parlamentos, las leyes no cambian la sociedad, aunque intenten controlarla o someterla. Es el cambio en la sociedad la que puede cambiar leyes, parlamentos, partidos o gobiernos. Y los cambios sociales son procesos lentos y acumulativos de cambios individuales.

Si queremos cambiar el estado de cosas, si queremos cambiar las leyes, los gobiernos, los imperativos culturales y sociales, tenemos que comenzar cambiando nuestras propias formas de pensar y tenemos que actuar coherentemente con ellas. Tenemos, en definitiva, que aceptar un cierto nivel de inadaptación social, ser los raros, los excéntricos o los locos.

Las verdaderas revoluciones no se hacen en los cubículos del poder, sino en la impotencia del cambio y la inadaptación personal.

Y, como terminan su canción Rage Against the Machine:

"It has to start somewhere
It has to start sometime
What better place than here
What better time than now
All hell can't stop us now"

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